Una cantidad normal de pérdida de sangre puede provocar lesiones potencialmente mortales.
La cantidad y la velocidad de la pérdida de sangre son diferentes, y el impacto de la pérdida de sangre en el cuerpo humano también es diferente. Si la pérdida de sangre es inferior al 10% de la sangre total, el cuerpo sólo necesita movilizar la sangre almacenada para participar en la circulación y no habrá molestias evidentes. Si la pérdida de sangre alcanza el 20% del volumen sanguíneo total, el cuerpo aún no podrá mantener niveles normales de volumen sanguíneo y presión arterial después de la compensación, lo que afectará las actividades vitales de las personas. Si la pérdida de sangre supera el 30% en un corto período de tiempo, la vida puede correr peligro si no se transfunde sangre a tiempo.
En circunstancias normales, es poco probable que un adulto que pierde 500 ml de sangre presente síntomas evidentes. Cuando la pérdida de sangre supera los 800 ml aparecerán síntomas como tez pálida, labios pálidos, sudor frío en la piel, manos y pies fríos, dificultad para respirar, pulso rápido y débil, etc. Cuando la pérdida de sangre supera los 1.500 ml, puede provocar un suministro insuficiente de sangre al cerebro y el herido puede experimentar síntomas como visión borrosa, sed, mareos, confusión o ansiedad, o incluso coma.