¿Es la fructosa más popular que el azúcar?
El azúcar es sacarosa, un disacárido formado a partir de fructosa (50) y glucosa (50). El cuerpo convierte la glucosa en energía, mientras que la fructosa requiere que el hígado la procese. Si se consume en grandes cantidades, la fructosa puede provocar enfermedad del hígado graso no alcohólico, grasa abdominal y resistencia a la insulina. Esta es la razón por la que el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa es tan dañino porque tiene un mayor contenido de fructosa que el azúcar normal. El jarabe de agave también es rico en fructosa.
La fructosa y la glucosa se encuentran naturalmente en las frutas, pero a diferencia de los alimentos procesados que contienen azúcares refinados, suelen contener cantidades muy pequeñas de fructosa y glucosa que se liberan adecuadamente al torrente sanguíneo.
Algunas frutas tienen un alto contenido en azúcar, como el plátano, la manzana, los dátiles, la piña, el mango, la granada, etc.
Aunque también existen algunas frutas con menor contenido en azúcar, como frutos rojos, ciruelas, pomelos, limones, guayabas, carambolas, etc.
Es mejor no comer en exceso frutas con alto contenido de azúcar, pero esa no es tu principal preocupación. Para reducir el consumo de azúcar, comience con los alimentos procesados en la despensa. Buenas alternativas al azúcar blanco incluyen la miel, el azúcar de coco y la stevia. El azúcar moreno es la versión sin refinar, pero todavía contiene las mismas proporciones de glucosa y fructosa, por lo que cambiar a él no servirá de mucho.
El azúcar de las frutas no es un problema porque puedes comer una variedad de verduras, frutas, legumbres, semillas y frutos secos además de grasas buenas.
La fructosa se puede convertir en glucógeno (la forma de almacenamiento del azúcar) o glucosa y liberarse en la sangre para mantener los niveles de azúcar en sangre. Si las reservas de glucógeno en el hígado están saturadas y los niveles de azúcar en sangre son adecuados, cualquier exceso de fructosa se convertirá en grasa, lo que también provocará la enfermedad del hígado graso.
La glucosa, por otro lado, puede ser utilizada por todos los tejidos del cuerpo y almacenada como glucógeno muscular o hepático, reduciendo así el potencial de formación de grasa. Sin embargo, a diferencia de la fructosa, la glucosa hace que aumenten los niveles de insulina. Demasiada glucosa puede provocar obesidad, resistencia a la insulina y diabetes tipo 2. La ingesta insuficiente de glucosa también puede provocar hipoglucemia reactiva, que es cuando el nivel de azúcar en sangre es demasiado bajo después de comer. La fructosa no tiene este problema. Estos factores no deben subestimarse. En algunos casos, la fructosa tiene ventajas sobre la sacarosa o la glucosa en algunas situaciones.