Vino del paraíso
La imagen de la vieja putula gemela es solo la parte más hermosa, es como una impresión embriagadora en mi mente. Desde que llegué aquí mi vida ha sido como un corcho, nutriendo el buen vino y respondiendo a los llamados de Dios. La gente de Platón es amable, trabajadora, ahorrativa, diligente y virtuosa. Me cautiva y me hace sentir tranquila y segura en casa. En esta ciudad, finalmente encontré mi paz, sin presiones, sin miedo, autenticidad y comodidad, como una flor de primavera. Tumbado en sus brazos, la alegría y la facilidad de acceso viven en lo profundo de mi alma. Mi corazón aquí echa raíces, aquí brota y aquí crece. Gracias. El próximo otoño regresaré a Platón con el "fruto" de mi gratitud y agradeceré a la encantadora gente por amar este lugar para siempre.