Un chico simpático que viene a la cocina.
Comparado con Huang Lei, mi otra mitad es como un desperdicio en la vida. Era como un comerciante que me dejaba a mí sola todas las tareas del hogar. No importaba cómo me comunicara con él, él estaba allí, inmóvil. Cuando llega a casa, juega o usa su teléfono móvil. Es más, cuando está jugando, ignora tu amor cuando le hablas.
Después de tener hijos, todavía no se daba cuenta de su responsabilidad con la familia y de la conciencia de ser un buen padre. Presta poca atención y cuidado a los niños. Crié a mis hijos sola. Siento que mi matrimonio no es diferente al matrimonio de una viuda, pero si lo pienso detenidamente, mi pareja no es del todo inútil.
Desde el momento en que nos casamos, mi otro socio tomaba la iniciativa de entregar todo su dinero, sólo unas pocas decenas de dólares de cambio. Estaba dispuesto a gastar dinero en mí. No importa lo cara que me guste la ropa, él me la comprará, pero siempre será una prenda que pueda usar durante todo el año. Trabajará duro para que nuestra familia de tres viva una buena vida. Un mes trabajó horas extras hasta las dos de la madrugada, lo que me hizo sentir muy angustiada. Él me cuidaba bien cuando estaba enferma y trataba de hacerme feliz cuando estaba triste.
Probablemente en el matrimonio nadie es perfecto. En el matrimonio, sólo pensando más en las fortalezas y ventajas de cada uno, comunicándose más entre sí y aprendiendo a ser tolerantes y considerados, la relación matrimonial puede mejorar cada vez más.