¿Qué frutas no pueden comer los gatos?
Hay algunas frutas que los gatos pueden comer, como la piña, el plátano y las fresas. Estas frutas son ricas en vitamina C y fibra, que ayudan a los gatos con la digestión y mejoran su sistema inmunológico.
Sin embargo, cabe destacar que los gatos no pueden utilizar las frutas como principal fuente dietética, porque los gatos son carnívoros y necesitan la proteína de la carne como principal fuente de nutrición. El consumo excesivo de fruta puede provocar indigestión, provocando vómitos y diarrea.
2. Una de las frutas que los gatos no pueden comer: uvas/pasas.
Para los dueños de perros, las uvas y las pasas pueden ser comunes, pero para los dueños de gatos, muchas personas nunca han oído hablar de ellas. Los estudios muestran que los gatos que comen uvas y pasas pueden causar lesión renal aguda y la muerte.
Lo más probable es que esto se deba a que estas frutas contienen oxidantes que pueden dañar los riñones de tu gato. Además, las uvas y las pasas también contienen grandes cantidades de azúcar natural, y su consumo excesivo puede poner a los gatos en riesgo de obesidad y diabetes.
3. La segunda fruta que los gatos no pueden comer: limones/limas.
Los limones y las limas son frutas saludables para el ser humano, pero no se consideran alimento para gatos. Estas frutas contienen una gran cantidad de ácido cítrico y vitamina C, que resultan muy irritantes para la mucosa gástrica y la cavidad bucal del gato. Si tu gato come demasiado, puede provocarle problemas digestivos como vómitos y diarrea.
Además, el ácido cítrico de los limones y las limas puede formar piedras en la orina de tu gato, provocando problemas urinarios. Por tanto, los consumidores deben evitar mezclar estas frutas con comida para gatos.
4. La tercera fruta que los gatos no pueden comer: las cerezas/huesos de cereza.
La pulpa de la cereza puede considerarse una excepción a la fruta segura, pero los huesos y los tallos de las cerezas son muy peligrosos para los gatos. Estas piezas contienen glucósidos cianogénicos, que son tóxicos para perros y gatos.
Después de que los gatos comen huesos o tallos de cereza, pueden desarrollar síntomas como diarrea, vómitos y saciedad. Incluso puede provocar problemas como dificultad para respirar y shock, lo que es muy peligroso y puede amenazar la vida del gato.