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Una taza de té en la vida - prosa lírica

En la vida, a algunas personas les gusta el té verde, a otras les gusta el café y a otras les gusta el vino tinto. Sin embargo, una taza de té, un tazón de café y una copa de vino tinto a veces son sólo un sentimiento, un estado de ánimo y una posesión.

El té verde tiene un color claro, nutre el yin e hidrata los pulmones, aportando a las personas una sensación de elegancia y tranquilidad, y tiene una agradable fragancia. Míralo, tranquilo; gusto, poético.

El café, de color amarillo oscuro, refrescante, da a las personas un significado inusual y rebosante de un aroma suave. Míralo, producto llamativo, rico.

El vino tinto tiene un color brillante y vetas distintas, dando a quien la percibe un tono fogoso y hospitalario, dulce y rico. Mirándolo, esperándolo; saboreándolo, inolvidable.

Tal vez sea un hobby, tal vez me guste cierto ambiente y prefiero el té verde. No sólo por su color y estado, sino también por la claridad y afinidad natural que revela el té. Así como hay una especie de amistad, es real y simple, surge de la sinceridad, surge de la sinceridad. No implica impurezas y no contiene otros significados. Surge del barro sin mancharse y no se estremece con el viento frío. Como una brisa primaveral, que sopla suavemente sobre el rostro, relajada y cómoda como un manantial claro, que fluye hacia el corazón;

De humor, de corazón, siempre desprecio el café. No por su color, no por su sabor, sino porque no me gusta la sensación de melancolía y soledad al tomar café, ni aprecio la forma en que el café estimula los nervios y disipa el cansancio físico y mental. Se debe más al hecho de que beber café revela un amargor masticable y un dolor prolongado. Al probarlo, se mezcla más con una especie de tristeza. El café, para mí, es sólo distancia, no amor. Al igual que una amistad, no estás acostumbrado a saborear y reflexionar mientras tomas un café.

Por un sentimiento y un sentimiento, me gusta mucho el vino tinto, pero conozco el encanto y el encanto del vino tinto. Aunque es dulce, también es fácil emborracharse, lo que sumerge a la gente en una sensación etérea. Como amistad, es tan rica como el vino tinto, embriagadora y adictiva. Cuando desperté, todavía me sentía un poco cansado y con sueño. Por eso, aunque me gusta el vino tinto, no toco la belleza que implica dolor. La sensación embriagadora se convirtió en vino lejano, que bebí en silencio en mi corazón.

Una taza de té, un tazón de café, una copa de vino tinto es una especie de amistad. Esa elegancia va con el tiempo y dura para siempre; esa amargura, como el humor, aparecerá de vez en cuando; esa fuerza que sincroniza con la pasión terminará en el silencio;

Por mi comprensión de los pensamientos y sentimientos, siempre he preferido el té verde, que es refrescante y elegante. El té verde, esa fragancia, ese aroma, es un sabor que atesoraré para siempre, y no será cambiado por el aroma del café y la dulzura del vino tinto.

Una taza de té, un tazón de café, una copa de vino tinto es más que un sentimiento, un estado de ánimo y una posesión.